En un giro alarmante, el régimen de Kim Jong-un ha emitido una severa advertencia tras la reciente llegada del submarino de ataque estadounidense USS Alexandria a la base naval de Busan, Corea del Sur. Un portavoz del Ministerio de Defensa norcoreano, citado por la agencia estatal KCNA, calificó este despliegue como un "acto militar hostil" que podría escalar la ya tensa situación en la península coreana hacia un "verdadero conflicto". El régimen instó a Washington a "cesar sus provocaciones" y enfatizó que sus fuerzas están "vigilando de cerca" las actividades militares estadounidenses en la región. Además, reafirmó su disposición a utilizar "cualquier medio" para defender la seguridad del Estado y la paz regional.
Esta declaración se produce en un contexto de crecientes tensiones, donde Pyongyang ha intensificado sus ensayos con misiles balísticos y ha acusado a Estados Unidos de aumentar el riesgo de una nueva guerra mundial. Kim Jong-un ha instado a fortalecer las capacidades nucleares de su país, señalando que el despliegue de activos estratégicos nucleares estadounidenses y los ejercicios militares conjuntos con Corea del Sur y Japón crean un "desequilibrio militar" en la región. La comunidad internacional observa con preocupación este intercambio de amenazas, temiendo una posible escalada hacia un conflicto armado de consecuencias impredecibles.